En 1839 el zoólogo británico George Waterhouse halló un hámster de mayor edad en Siria, llamándolo Cricetus auratus, el hámster dorado. La piel del hámster estuvo en exposición en un museo británico. El hámster sirio fue ignorado por la ciencia europea durante el siglo siguiente.
Alrededor del año 1930, el zoólogo y profesor de la universidad de Jerusalén Aharoni encontró una madre y crías de hámster en el desierto sirio. Para cuando regresó a su laboratorio, la mayoría habían escapado o muerto. Los hámsters remanentes fueron donados a la Universidad de Jerusalén, donde fueron criados con éxito. Debido a que eran levemente mayores en tamaño a los encontrados por Waterhouse, se los llamó Mesocricetus auratus, aunque posiblemente se tratara de la misma especie. Mesocricetus aratus es el nombre científico actual del hámster sirio. Todos los hámsters sirios existentes hoy en día descienden de dichas crías.